Los científicos Stefan Greif y Björn M. Siemers realizaron un estudio con murciélagos de 15 especies diferentes para comprender como utilizaban la “ecolocalización”, una especie de sónar, para reconocer amplias superficies planas como las charcas.
Para ello colocaron planchas de metal rodeadas de arena, que los murciélagos confundieron con agua e intentaron beber de ellas. Aparte del posible dolor de boca provocado a los murciélagos, descubrieron que a pesar de que muchas ondas que emitían se perdían, varias rebotaban directamente hacia ellos por lo que cualquier tipo de superficie plana suficientemente grande era susceptible de confundirse agua.
Pero lo realmente interesante fue que murciélagos criados en cautividad y que nunca habían “visto” una charca hacían exactamente lo mismo, por lo que se demuestra que ese conocimiento es innato en ellos. Es la primera evidencia de reconocimiento del entorno innata en mamíferos.
Tan sólo espero que los murciélagos que han “donado” su boca a la ciencia ahora tengan una vida llena de lujos, con cientos de sitios donde colgarse, miles de insectos jugosos y sesiones continuas de pelis de Batman.— Dani Burón [Nature]
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