Se llaman NRO-1 y NRO-2 y los pobres satélites espía pensaban ya en un retiro dorado, una plácida jubilación en la soleada Florida… y va a ser que no.
Después de varios años mirando los rincones más escondidos de nuestro planeta ahora les toca darse la vuelta y dirigir su potentes ópticas hacia el espacio. Unos espejos de 2,4 metros de diámetro, similares a los del Hubble, con los que es de prever que no tardaremos en gozar de interesantes hallazgos galácticos, especialmente si tenemos en cuenta que estos satélites ex-espías cuentan con un espejo secundario que permite mejorar en 100 veces la capacidad del espejo primario.
Esta donación supondrá un rejuvenecimiento del programa espacial estadounidense y puede ofrecer esperadas respuestas a grandes cuestiones relacionadas con la materia oscura, la energía oscura o la expansión del Universo.
Lo que falta ahora es dotar a los telescopios de la instrumentación necesaria para esas tareas, no basta con tener un espejo allá arriba, y de hecho es muy poco lo que se sabe sobre esos satélites en si. Se tiene previsto que estén operacionales para la exploración espacial alrededor de 2020, pero cuando lo estén sin duda proporcionarán grandes momentos de intensa gloria espacial. ─[The Washington Post / The New York Times]
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