Microsoft registró esta semana sus primeras pérdidas trimestrales desde que salió a bolsa en 1986, algo que sin duda veían venir en la compañía. Y quizá por eso en los últimos meses, en las últimas semanas incluso, Redmond ha adoptado un discurso algo más agresivo con el que intentan volver a ocupar un lugar en el mundo de la tecnología que hace tiempo que abandonaron: el de ser unos abanderados de la innovación y de lo “cool”. Microsoft quiere ser Apple.
De hecho, ni siquiera disimulan a la hora de señalar a sus enemigos. Recientemente, Steve Ballmer, CEO de Microsoft, aseguraba (gritaba, dicen) en una entrevista que la firma no iba a dejar “ningún espacio de innovación al descubierto para Apple”. De momento, Microsoft tiene ya a Surface, su propio iPad, con el que esperan robar a todos los clientes de empresa de los que Apple no parece ocuparse; y Ballmer no acaba de cerrar sus puertas a un smartphone propio. “Veremos qué ocurre”, aseguró Ballmer. “Tenemos partners muy fuertes con Nokia y HTC”.
El giro hacia la estrategia de Apple se ve también en los planes que Microsoft tiene para sus tiendas: la firma tiene pensado abrir 75 nuevas Microsoft Stores durante los próximos dos o tres años. Teniendo en cuenta que, de momento, Surface solo se vende a través de la tienda online o de estas tiendas oficiales de la firma, las prisas de Microsoft son fáciles de entender. Y sí, se parecen mucho a todo lo que ha hecho Apple.
El otro enemigo: Office 15 contra Google Apps
Pero Microsoft no se conforma con ir a por Apple, como demostró la presentación hace poco más de una semana de Office 15. Una de las grandes ventajas que tenía la suite Docs de Google frente a Office era la de estar en la nube, pero esa ventaja ha desaparecido con Office 15 que, como muchos usuarios demandaban, por fin se conecta y sincroniza con la nube y permite, como Docs, acceder a un documento desde cualquier dispositivo.
Google sigue manteniendo la ventaja del precio (Google Docs es gratis, Office no lo es), pero desde Microsoft pueden intentar argumentar algunas cosas a su favor. Una de ellas es que, si el usuario es un heavy-user de todos los programas de la suite, enseguida entenderá que los clones de Google no están a la altura. Otra es la compatibilidad: los archivos de Office siguen siendo los más extendidos y estándar, y muchas veces hay problemas para pasar de los de Google a los programas de Microsoft.
¿Logrará Microsoft arreglar sus cuentas con esta estrategia? El impulso a Office es lógico, ya que sigue siendo la gallina de los huevos de oro de la firma. El resto, toda esa actitud á la Apple, todavía está por ver. No sería la primera empresa que intenta ser quien acabe con Cupertino y fracasa. Por muy seguro que se muestre Steve Ballmer.
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