Gracias a los microcohetes de polianilina (PANI)/Zn tubular se consigue una propulsión con un chorro de burbujas de hidrógeno que se forman a través de una reacción redox entre el medio ácido del estómago y la superficie interna de cinc de la cápsula.
De hecho su velocidad depende del pH del entorno y se puede usar además para una medida muy sensible del mismo, permitiendo también propulsiones muy elevadas y movimientos perfectamente guiados.
Así que ya lo sabéis, además de una tecnología importante para la bioingeniería y medicina, por fin los personajes de Érase una vez la Vida podrán dejar de ir todo el día a pata y adelantar por la autopista del estómago a lo Fast & Furious. [Medgadget]
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