Qué tiempos aquellos… la producción de este teléfono móvil costaba el equivalente actual de un millón de dólares, y pesaba dos kilos. Su batería duraba 20 minutos. No como ahora, que incluyen tropocientas mil funciones y que intimidan al pobre Cooper, con su manual de instrucciones más grande que el propio teléfono y que casi requieren conocimientos de ingeniería.
Según Cooper, “el teléfono móvil, a la larga, terminará siendo implantado debajo de la piel, al lado del oído, con un ordenador muy potente que será nuestro esclavo“.
¡Qué miedo! De esto a ser un cyborg hay un paso. Pero, ¿qué decís vosotros? ¿Demasiada radiación en el cerebro, al bueno de Cooper? ¿Podremos tener un móvil implantado, prescindiendo así de una pantalla? ¿Y de verdad el ordenador será “nuestro esclavo”? Esperemos que no ocurra a la inversa y acabemos zombificados, poniéndole más fáciles las cosas a Skynet. —Javier G. Pereda [BBC]
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