La industria de las TIC está de luto por el fallecimiento de Jack Tramiel, consejero delegado y creador de Atari Corporation y uno de los empresarios más veteranos del mundo tecnológico. Tramiel falleció el domingo pasado en el hospital de Stanford (California) por causas no reveladas. Tenía 84 años.
Tramiel fue un superviviente nato y un ejemplo de superación. Originario de una familia polaca judía, sufrió el holocausto en sus carnes. Fue enviado durante un tiempo a Auschwitz y examinado por el mismísimo Doctor Mengele. En 1945 fue rescatado del campo de concentración por los americanos y dos años después emigró a Estados Unidos.
En 1953 Trammiel compró una tienda en el neoyorquino barrio del Bronx para reparar máquinas de oficina mientras trabajaba como taxista. Dos años más tarde firmaría un acuerdo con una compañía checoslovaca para ensamblar y vender sus máquinas de escribir en Estados Unidos, sentando así los cimientos de lo que sería posteriormente Commodore. En ese año, fruto del pacto de Varsovia, estaba prohibida la importación al país, por lo que Tramiel recibía los equipos en la ciudad canadiense de Toronto. Siete años después, Commodore salía a bolsa.
El ejecutivo estuvo treinta años al frente de esta empresa que se había convertido ya en uno de los primeros fabricantes de ordenadores personales. En enero de 1984 renunciaba a su cargo y montaba su propia compañía, ‘Tramel Technology’. Seis meses después esta firma le compraba la división de consumo de Atari Inc. a Warner, quien había decidido venderla tras las dificultades sufridas por el sector del videojuego en 1983. Serían los inicios de Atari Corporation.
Tramiel cedió al testigo al frente de Atari a su hijo Samuel a finales de los ochenta. Pero un infarto de éste le volvió a situar en primera línea de batalla en 1995. Un año después Atari se vendió al fabricante de discos duros Jugi Tandon y la empresa se renombró como ‘JTS Corporation’, entrando a formar parte Tramiel de la junta de Admistración de la nueva sociedad.
Muchos han dicho de Tramiel que el ejecutivo era la antítesis de Steve Jobs. Mientras el creador de Apple se centraba en el diseño, para el fundador de Atari los ordenadores debían ser utilitarios y baratos, sin una estética marcada y sin florituras, como el legendario Commodore 64. “Su única preocupación fue el precio y hacer las cosas lo suficientemente útiles para ganar la batalla en el mercado”, comentan en USA.
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