Soportes regulables y específicos no te van a faltar.
Tienes uno en el que situar un portátil o un libro, orientable y con un pequeño tope para que tengas lo que tengas ante tus pecadores ojos no se te caiga en el regazo, que igual lo necesitas para otros fines.
Al lado dispones de una superficie más pequeña, muy adecuada para depositar un vaso de licor que degustar a pequeños sorbos mientras repasas las “Meditaciones” de Marco Aurelio o mientras navegas por esa web de indudable interés antropológico acerca del comportamiento nocturno de las descocadas jóvenes nórdicas.
Y aún tienes un pequeño soporte, más abajo, en el que dejar el móvil, o el iPhone, o el mando a distancia, o el paquete de kleenex por si la visión de los hábitos de ocio de las jovencitas de hoy día te emociona hasta hacerte saltar las lágrimas. Y además queda fenomenal en tu salón. El atril, me refiero. ─Antonio Rentero [Amazon]
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