Las descargas de música a través de Internet, cuyos inicios fueron tan perseguidos (acordémonos del primitivo Napster) están demostrando ser poco menos que un filón. Y si no que se lo digan a Apple, que lleva nada menos que 125 millones de canciones vendidas a través de Internet.
La firma de investigación de mercado Gartner afirma que las ventas a través de Internet sólo representan un pequeño porcentaje de las ventas totales de música, pero ese pequeño porcentaje alcanzará los 800 millones de dólares dentro de tan sólo cinco años. Y por otra parte, hay que tener en cuenta que cuando se habla de empresas como Apple, con su iTunes, Microsoft con MSN Music o Sony con su Connect, la música no es el fin, sino el medio para vender hardware y software, que es a lo que se han dedicado estas compañías desde sus inicios. Y en este sentido también podríamos hablar de HP, que firmó un acuerdo con Apple para vender un iPod bajo su propia marca. Quizá con ello quiera conseguir la misma hoja de resultados que Apple, que triplicó sus beneficios netos gracias a las ventas de su popular reproductor de música digital.
Pero lo cierto es que en este gran negocio de la música hay otros grandes jugadores. No hay que olvidarse de RealNetworks, que ha vendido tres millones de canciones en tan sólo tres semanas de promoción especial, ni del actual Napster, adquirido por Roxio hace más de un año, que ahora funciona de forma legal.
Y hablando de legalidad, junto con estos servicios de descarga de canciones, por las que el usuario normalmente paga 99 centavos, están las redes P2P, adoradas por esos mismos usuarios que consiguen lo que quieren sin pagar ni un duro. Aquí sí que las cosas se complican porque mientras la RIAA, la asociación discográfica americana, no hace más que interponer demandas a los usuarios de redes P2P, un tribunal de Estados Unidos ya ha dictado que este tipo de redes no son ilegales. Tendremos que esperar y, utilizar este tipo de redes con prudencia, no sea que a la SGAE le dé por imitar a su homólogo americano.
Lo cierto es que sirva para vender más reproductores o programas, a buen seguro que la lucha que está a punto de comenzar será buena para los usuarios. Quién sabe, lo mismo podremos comprar el álbum de nuestro cantante favorito por la mitad de precio; o quizá por comprar un iPod o un Walkman nos regalen un bono para descargarnos canciones. Podríamos ver (¿por qué no?) cómo alrededor del mercado de la música digital online florecen otros negocios, como Internet de banda ancha, o Internet por red eléctrica. ¿Se imaginan que Endesa nos tiente con una suscripción gratuita a iTunes? ¿o que el periódico del domingo nos regale un vale para MSN Music? ¿y si al comprar un móvil nos dejamos guiar por las ofertas de descuento para Sony Connect? Las posibilidades son ilimitadas y es que, seamos sinceros, ¿a quién no le gusta la música?
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