Julian Charrière y Julius von Bismarck han decidido ellos solos y sin consultarle a ninguna paloma, pintarlas de colores con un aparato colocado en los tejados. Al posarse la paloma, queda atrapada y una cinta transportadora la lleva a una zona donde varios sprays la pintan de colores para luego soltarla.
Vale, la tinta no es tóxica y según ellos no daña para nada a la paloma. Pero no sé, a mi no me haría gracia que me pintaran sólo por darle un toque de color a la ciudad.
El proyecto se llama “Some Pigeons Are More Equal Than Others” (algunas palomas son más iguales que otras) y comenzó en Copenhague para luego acabar en Venecia. Lo que no me queda claro es si, a pesar de que no sea tóxico, el hecho de ser de colores rarunos no les creará problemas con otras palomas o el entorno.
¿Cómo lo veis? ¿Una idea simpática y agradable para hacer más vistosa una ciudad o una manera cruel de marcar palomas inocentes por pura frivolidad cromática? [PSFK]
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