Ponga una app en su vida

Nada ha vuelto a ser igual desde que Apple lanzó su primer iPhone en 2007. Bill Gates había predicho que la información estaría al alcance de las yemas de los dedos, pero fue su rival Steve Jobs el que lo logró en el sentido más “literal” del concepto. Los teléfonos inteligentes han tomado un lugar de privilegio en la mente de los usuarios, trabajen, compren o simplemente holgazaneen.

Estamos asistiendo a una explosión de aplicaciones de todo tipo para nuestros dispositivos móviles, a menudo gratuitas o de muy bajo precio, pequeñas llaves que nos prometen un mundo de experiencias, utilidades y emociones. También a menudo esconden en compensación un “caballito de Troya” en cuanto a términos de intimidad y recolección de datos privados (geolocalización, trazabilidad de la navegación, círculo de contactos, tipo de terminal…). Hay que conocer al usuario para darle un mejor servicio, dirán; más bien otra manera de sacar pasta. La pena es que uno se tenga que desnudar tan barato y obligarse a vivir sin persianas y con la puerta abierta.

Nada que objetar si así lo exige el guión. Te lo explican en el momento de solicitar su descarga, aunque la única opción si no estás de acuerdo es quedarse fuera del sistema… ¿pero quién se compra un teléfono inteligente de última generación para llamar a la manera del siglo XX? Bueno, en este país todavía hay un 13% de teléfonos 2G, que según Eduardo Taulet, CEO de Yoigo en España, “solo pueden marcar y colgar; es una tristeza de vida, como el que solo come bocata de mortadela. Pero un porsche ya no cuesta lo que costaba un porsche, nosotros ofrecemos terminales libres de 5 pulgadas de pantalla y 4G con 1,2 gigas de tráfico de datos al mes, por menos de cien euros se hace un plan renove, la democratización del smartphone es bestial y por eso es tan necesaria la competencia”.

Después vienen los contenidos, y por eso las aplicaciones que nos descargamos porque nos resultan útiles, las buscamos o nos las han recomendado. Y hay aplicaciones para todo, rozando el millón en los dos sistemas operativos principales, el Android de Google y el iOS de Apple. No solo de productividad ofimática, sino de utilidad práctica diaria: qué previsión de tiempo hay para el fin de semana, si viene con retraso el autobús, si han ingresado ya la nómina, reservar una estancia de hotel, encargar un menú a domicilio, comprobar los niveles de azúcar en sangre, ver el capítulo de la serie que me perdí la semana pasada, encontrar la calle que buscaba en una ciudad que no conozco, o comprar unas pantuflas de andar por casa.

Está claro que el mundo es móvil, con más de 25.000 millones de descargas que se producen en el mundo por cada 500.000 aplicaciones disponibles en un appstore. Pero también es cierto, que existen tantas aplicaciones que es difícil que el usuario encuentre aquella que realmente necesita. Sólo en España hay más de 200 empresas desarrolladoras, y eso que es un negocio tan nuevo que están como locos buscando gente preparada. Según el último informe de The HYPERLINK , tenemos 22 millones de usuarios activos que cada día descargan 4 millones de aplicaciones.

Pero el mundo de las app es muy cruel y está lleno de cadáveres y muertos vivientes. Más de 400.000 no reciben ni un solo clic; son las denominadas aplicaciones zombis: dos de cada tres publicadas apenas si reciben descargas o valoraciones, según la consultora alemana Adeven a partir de informes de AppTrace. Y es que a menudo falta coherencia. Por ejemplo, no es de recibo que solo para el iPhone haya ¡más de 1.800 “linternas”!.

Gartner pronostica al respecto el fin de la burbuja de las apps para 2018, cuando ni siquiera una de cada 10.000 recuperará la inversión necesaria para su producción profesional por parte de sus creadores. Y la tendencia en estos próximos tres años, estima, es que el hasta el 94,5% de ellas sean gratuitas. Tampoco es que hoy sea la bicoca, la inmensa mayoría de las apps no generan beneficios (si bien es cierto que muchas de ellas ni se lo plantean ni lo pretenden), pero cuando suena la flauta, los ingresos diarios se pueden contabilizar por millones de euros; que se lo digan a los creadores de los Angry Birds, Candy Crush o Clash of Clans, o a otros que murieron de éxito como Flappy Bird.

Las app de empresa

En el campo de las empresas, sumergidas en una carrera por la digitalización total del negocio, el mercado de las aplicaciones móviles está en pleno auge. No basta con una presencia en la Web con una página corporativa, ni estar de alta en los perfiles sociales. Hoy día se ha hecho imprescindible disponer de una app específica para poder operar desde el móvil. Se han convertido en un eficaz instrumento que genera vínculos emocionales y capta nuevos clientes, a la vez que fidelizas a tu público ofreciendo las mejores prestaciones.

Disponer de una app móvil supone una gran ventaja para aprovechar un nuevo y extenso nicho de mercado, pudiendo llegar a más clientes potenciales. Está demostrado que las empresas con más beneficios son aquellas que se adaptan más rápidamente a los cambios. Cuenta Mike Walsh, consejero delegado del laboratorio de ideas Tomorrow y gurú de la revolución digital en las empresas: “Estamos en el momento justo, viviendo en la era del cliente y de anticiparnos a sus necesidades. El consumidor manda y las compañías han de adaptarse a su gran poder, toda su acción de marketing debe rediseñar un universo nuevo para un cliente individual. De hecho, muchas de ellas están ya tomando decisiones difíciles y arriesgadas en las trastiendas. El gran desafío al que se enfrentan es saber cómo se rediseña una empresa del siglo XXI y la implantación de lo digital en la gestión y en los diversos procesos de negocio”.

Todas las empresas, sean industriales o de servicios, pero especialmente las de orientación comercial, están demandando una nueva forma de poder trabajar con aplicaciones móviles hechas a medida y en modalidad casi de autoservicio. Que el propio departamento de ventas o de recursos humanos pueda diseñar un proyecto a su medida, “fabricarlo” con unos pocos componentes de arrastra y pega, y lanzarlo en producción lo más rápido posible.

En este sentido están trabajando los grandes proveedores tecnológicos: IBM, Dell, EMC2, Business Intelligent, Software AG… todos los que se mueven en el middleware para afrontar con éxito la irrupción de “la tercera plataforma” (aquella que supera la Web 2.0 e integra las megatendencias en boca de todos: la nube, el big data analítico, la movilidad y social content, el Internet de las Cosas) ponen una herramienta que permita construir todo tipo de apps de propósito dedicado: creación de encuestas, seguimiento de clientes, cuadros de mando en 3D, mapas de calor, detección del fraude… Cualquier cosa que eleve la productividad y facilite la visión estratégica de negocio.

Según Mike Walsh, la existencia y desarrollo de estos potentes y sofisticados softwares que facilitan la construcción de soluciones personalizadas, acelerará el desarrollo de esta gran tendencia. “El Big Data facilita tal cantidad de información de los usuarios, de sus patrones de conducta y de sus actitudes, que permitirá responder a sus demandas casi de forma específica. El Big Data cambia de forma radical el enfoque del marketing. La teoría del embudo de ventas está muerta, porque es generalista y no aprovecha los datos que nos brinda Internet aplicado a la industria”. Lo único que falta es la capacidad de poder escrutar datos a gran escala y transformarlos en conocimiento, para que los despliegues de Business Intelligent móvil se pueden escalar fácilmente a decenas de miles de usuarios con aplicaciones in-memory.

Muchos negocios tradicionales que operan en sectores como banca y seguros, comunicaciones o distribución, están sufriendo un período de rápidos cambios y grandes retos, por la llegada de nuevos actores con plataformas tecnológicas más modernas y ágiles basadas en web services. Son empresas que han nacido digitales y lo llevan con total naturalidad en su ADN: Paypal, Amazon, Whatsapp, Shopalike, etc. Las empresas empiezan a ser conscientes de que se está produciendo un cambio de hábitos entre sus clientes, y no quieren dejar de aprovechar la oportunidad. Por eso también están proliferando las aplicaciones desarrolladas a medida de sus necesidades, mejor dicho, incluso para cubrir una única necesidad muy concreta, y por eso cada vez más, las apps se ofrecen como un canal más de contacto con el usuario.

Recientemente, se anunciaba por parte de una importante aseguradora de salud con 40 años a sus espaldas, la disponibilidad de una app para poder consultar el cuadro médico o solicitar las autorizaciones de pruebas diagnósticas y tratamientos más habituales directamente desde el móvil. No es que Asisa haya reinventado la rueda, pero va a lograr facilitar los trámites administrativos a sus asegurados, a la par de lograr un refuerzo en su imagen de innovación y servicio. Por el contrario, muchos de sus competidores seguirán exigiendo a un jubilado que escanee el volante y lo mande por correo electrónico para su aprobación… o se pase media mañana hasta que consiga ser atendido.

Esta creciente infidelidad en clientes nuestros que pensábamos permanecerían “hasta que la muerte nos separase”, se vive con mayor intensidad en el comercio on-line, donde la competencia está a solo un clic de distancia. “Concretamente en el sector retail, la disminución en los índices de fidelidad está motivada en gran medida por la transición de los clientes hacia nuevos actores que proporcionan una mejor experiencia de usuario a través de la web o desde dispositivos móviles”, destaca Jorge Ferrer, vicepresidente de Ingeniería de Liferay Inc., empresa “semi” española que según Gartner está situada en un lugar privilegiado en su “Cuadrante Mágico” en constructores de portales web. “Para hacer frente a esto, es crucial que las organizaciones más tradicionales aumenten el énfasis en este concepto a través de nuevos servicios tanto vía web como móvil”. Vamos, que se pongan las pilas.

En síntesis, las recomendaciones de esta eminencia en Silicon Valley se resumen en poner al usuario en el centro de todo, y poner a su disposición un interfaz común independientemente del canal que utilice y del dispositivo que emplee para conectarse. Bienvenidos a la “omnicanalidad orquestada”, concepto que consiste en acompañar al usuario a través de los diferentes dispositivos o canales hasta su meta final. Puede que empiece una búsqueda en el navegador del ordenador de la oficina y la concluya con una compra en la tablet en el salón de su casa; no debería haber perdido la sesión, ni tener que registrarse a cada vez.

“La irrupción de la movilidad supone un cambio en la mentalidad de las empresas. No es sólo necesario dar acceso a contenidos y aplicaciones a un gran número de dispositivos -desde teléfonos y tablets hasta televisiones inteligentes y wareables-, sino que este acceso ha de ser, además, coordinado, pero sobre todo, mejor que el de tu competidor y basado en una estrategia con un ‘time to market’ lo más reducido posible”, afirma Jorge Ferrer. “Acelerar el desarrollo de aplicaciones móviles nativas que requieran lógica de servidor es una baza fundamental para los portales del futuro, ya que a través de esta metodología es posible reducir tiempos de desarrollo y costes de mantenimiento”.

Los mecánicos de las apps

En este contexto de aplicaciones móviles resulta imprescindible el diseño adaptivo. Si no, serán muchas las webs destinados a desaparecer y apostar por un desarrollo eficaz y optimizado desde un principio, que ofrezca un servicio más personalizado a tus consumidores, ofrecerá mayor garantía de éxito.

Existen diferentes opciones para contar con una versión móvil de tu sitio. Si bien es cierto que hay herramientas tan intuitivas como App Inventor de Google que permite a cualquier aficionado confeccionar una aplicación funcional con un editor de bloques, lo más lógico es encargárselo a una empresa profesional. A poco que queramos un look and feel moderno, funcionalidades del tipo pasarela de pago, códigos QR o realidad aumentada, poder mandar directamente notificaciones push a tus clientes, geolocalización a través de check-ins, gamificación de la experiencia, compatibliidad en tablets, o estar presente en todos los marketplaces, la cosa se complica.

Lo más recomendado sería una aplicación móvil nativa basada en Android (Google), iOS (Apple) o C# (Microsoft), según el sistema operativo al que vaya destinado. Se está acentuando el duopolio entre las dos primeras, y aquí hay que pensar en los pros y contras de cada uno: Android es mayoritario en número de usuarios, pero la dispersión y múltiples versiones de los terminales (firmware, frecuencia de reloj, tamaños de pantalla) dificulta la estabilidad y compatibilidad total, mientras que en iOS la experiencia es más fluida y enriquecedora y los usuarios potenciales son los que mejor pagan y más gastan. Pero no hay que dejar de observar la evolución de Windows Phone y 8, Blackberry 10 o Firefox OS. Cada una de ellas tiene su público, y se espera que en los próximos años no pare de crecer.

La otra posibilidad sería desarrollar una aplicación web móvil en HTML5, Ruby, Javascripts, para que así cualquier usuario pueda acceder desde su smartphone o tablet contando con los mismos servicios que ofrece la versión web del sitio. No tendría sentido perder clientes desde el ordenador, por no adaptar el diseño a los nuevos dispositivos móviles y así podrás entrar desde cualquier lugar vía navegador sin necesidad de descarga. Aunque no son tan potentes como las nativas, su acceso es inmediato y no dependen de ningún modelo de smartphone o tablet.

Javi Rinus

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