En la actualidad casi más importante a la hora de adquirir un nuevo equipo HiFi es el tipo y número de conectores y si soporta conexión inalámbrica.
HDMI y wireless, conector óptico y 7.1 parecen las prioridades pero en el fondo la calidad del sonido que vamos a reproducir por los altavoces (y eso ya es otro universo) no ha evolucionado tanto desde el equipo en el que de pequeño escuchabas los discos de los Payasos de la Tele.
Conforme aparecen nuevos dispositivos y estándares para la transmisión de la información se hace necesario ofrecer conexiones específicas (para iPod, Blu-Ray, ethernet…) así como someterse al dictado de las especificaciones de sonido (Dolby, DTS, THX…). Además esa sopa de siglas corresponde con un desembolso en licencias que debe pagar el fabricante del amplificador a esas firmas para poder ajustar su producto a esas exigencias, que son las que demanda el consumidor.
Esas licencias y el precio a pagar por ellas hace que no se pueda ofrecer un amplificador con más calidad de base si no se quiere tener precios desorbitados. Razón por la que, con excepciones, a partir de un determinado precio (y si se dispone de la sensibilidad auditiva precisa, que esa es otra) sí es cierto que puede notarse una diferencia cualitativa en determinados equipos.
Eso es lo que hace un par de décadas no existía, el equipo era estéreo porque tenía dos altavoces y sanseacabó. El fabricante podía destinar dinero a ofrecer un equipo con un núcleo de calidad en lugar de un interminable catálogo de prestaciones y especificaciones que en ocasiones quedan infrautilizadas por un porcentaje significativo de los usuarios.
Por hacer un símil, un coche de hace 30 años podía ser igual de efectivo para llevarte de casa al trabajo que uno actual, pero el de antaño prescindía de aire acondicionado, equipo de sonido con 15 altavoces, calefacción en los asientos, navegador GPS integrado, filtro antipólen, una docena de airbags, ABS, cristales con filtro UV y faros de xénon. El trayecto sigue siendo el mismo aunque lo hagas con más comodidades y con más seguridad.
Por no hablar de la lucha por la potencia en watios. Hace unas décadas un estéreo de gama media tenía suficiente con 20-30 W pero hoy en día empezamos en 100W y de ahí para arriba. En este sentido sí es más sencillo haber aumentado esa potencia sin incrementar el precio, pero la potencia sólo amplifica la señal sonora que ya ha procesado el corazón del sistema. Se oirá a mayor volumen pero no con más calidad.
Curiosamente en una prueba ciega que tenía por protagonistas un equipo de 2009, el Yamaha RX-V1800, otro de 1980, un Pioneer SX-1980 un Sony STR-V6 de 1978… el que a juicio del probador resultaba tener un mejor sonido era el equipo de 1980.
Te animamos a hacer la prueba. Recupera el viejo equipo estéreo, recuerda limpiarle bien conectores RCA y potenciómetros y enchúfalo a una buena fuente de sonido, un CD, DVD, o reproductor MP3 si los archivos no están demasiado comprimidos… y ya nos cuentas. ─[Cnet / Imagen: Brent Butterworth]
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