Aparentemente, es la temperatura perfecta. Aunque oscile (según el sujeto, entre 36’5 ºC y 37’2 ºC), parece que es cuando es lo suficientemente cálida como para prevenir las infecciones por hongos, pero no tan caliente como para tener que estar manteniendo constantemente nuestro metabolismo (¡deberíamos comer casi constantemente!).
Parece ser que los mamíferos avanzados son más calientes que otros animales. Precisamente por eso puede, en parte, que seamos más avanzados: la evolución ha hecho que nuestra temperatura se incremente hasta llegar a este balance. Por cada grado de más, el riesgo de infección por hongos decae en un 6%.
¿Pero hasta cuánto de calientes podemos ser? (No, no me refiero a lo que estás pensando…)
Se ha construido un modelo matemático que ha analizado los beneficios ya citados y el coste de aumentar la temperatura (consumo de energía, es decir, más comida). El resultado fue exactamente 36’7 ºC, sorprendemente acertada.
Tan supeditados estamos a esta temperatura, que salirse de ella 2 o 3 grados arriba o abajo tiene unos efectos nefastos sobre nosotros. ¡Asusta pensarlo! — Javier G. Pereda [Science Daily, foto: George House Trust]
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