Por qué los asistentes tipo Alexa son perfectos para las personas mayores

Innovación

Asistentes tipo Alexa o Google Home ayudan a las personas mayores a gestionar su día a día, además de ofrecer compañía.

Cuando uno piensa en los usuarios de dispositivos con inteligencia artificial y en los asistentes de voz tipo Alexa de Amazon, Google Home y, ahora, el HomePod de Apple, se imagina a jóvenes que encajan a la perfección en el perfil de early adopters. Al fin y al cabo, se trata de dispositivos muy nuevos que todavía tienen bastante camino por recorrer. A nadie se le ocurriría regalarle a sus abuelos algo así y, sin embargo, todo parece indicar que no sería tan mala idea.

Hay cada vez más ejemplos de personas pertenecientes al colectivo de la tercera edad que están probando, aprovechando y disfrutando los servicios que Alexa y compañía pueden ofrecer. Un ejemplo son los residentes en la comunidad Carlsbad by the Sea, cerca de San Diego: según recoge MIT Technology Review, los 50 ancianos que viven allí, en su mayoría octogenarios, llevan unos meses probando la vida con Alexa, como parte de un programa piloto organizado por Front Porch, la ONG que lleva la comunidad.

¿Los resultados? Tremendamente positivos. La ONG distribuyó los dispositivos entre los participantes en el programa y, tras un breve periodo de formación (que continúa con reuniones semanales), dejó que cada uno fuese descubriendo y adaptando Alexa a sus necesidades. Entre los usos que le dan al asistente de forma más frecuente están el poner alarmas y recordatorios de medicación, escuchar las noticias, saber el tiempo o escuchar música o audiobooks.

Ese es el comienzo, pero los asistentes de voz tienen un potencial mucho mayor. Los participantes en el estudio están aprendiendo también a programar a Alexa para comunicarse con su familia (como, por ejemplo, escribir a un nieto para recordarle que llame a su abuelo) y la idea es que dentro de poco empiecen también a realizar acciones como controlar termostatos, las luces, etc. Es decir, un proceso de aprendizaje en el que se va de lo más básico al control de un hogar inteligente.

La importancia de la voz

¿Por qué son este tipo de dispositivos tan prometedores en el nicho de la tercera edad y no dan los problemas que otro tipo de tecnología provoca? La clave es la voz. Los asistentes de este tipo no necesitan que el usuario vea una pantalla y acierte con los dedos en ella, sino que todo el control se realiza mediante órdenes de voz. Para personas con problemas de visión o con temblores, este detalle significa la diferencia entre poder o no poder utilizar un dispositivo.

Las ventajas no se quedan ahí: personas con algún tipo de demencia pueden preguntarle todo lo que quieran las veces que quieran, reafirmando así el conocimiento sin que su interlocutor se canse de responder siempre lo mismo. Cuando se conecta con otros dispositivos de la casa, puede facilitar mucho la vida a personas con movilidad reducida, encendiendo luces o cambiando la temperatura sin tener que desplazarse hasta el interruptor. Además, al funcionar con lenguaje natural que además se supone que va poco a poco adaptándose y aprendiendo, el usuario no tiene que aprender complicados procesos para sacarle partido.

Está también el tema de la soledad. Por supuesto, un asistente virtual no sustituye la compañía humana, pero sí ayuda en determinados momentos a sentirse menos solo y más conectado al mundo, ayudando así a evitar el aislamiento al que muchas veces se ven abocadas las personas mayores.

Uno de los objetivos de Front Porch es realizar un estudio en profundidad sobre cómo ayudan los asistentes —Alexa, en su caso— a los ancianos y las cosas que se podrían mejorar (por ejemplo, uno de los grandes problemas es que el tono de voz de Alexa es difícil de escuchar, por lo que han pedido a Amazon que añada un ecualizador para poder ajustarla). El nicho de mercado sin explorar es sin duda grande. ¿Se convertirán estos asistentes en el nuevo regalo estrella a los abuelos?

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