A todo el mundo le sorprendió. Un día, hace apenas una semana, nos despertamos y vimos que nuestros feeds de Facebook y todos los medios, especialmente los de Estados Unidos, hablaban solo de Pokemon, como si hubiésemos retrocedido 20 años en el tiempo. La razón ya la sabe todo el mundo: el 6 de julio, Nintendo lanzó Pokemon Go en Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda, un juego de realidad aumentada cuyo éxito provocó la caída de los servidores de la firma nipona.
En estos días hemos visto noticias de personas atropelladas por ir jugando, lugares que de pronto se llenan de gente porque hay muchos monstruitos que cazar ahí, y algún usuario que hasta encontró un cadáver en la vida real al llegar a algún lugar remoto en busca de Pokemons. ¿Qué tiene este juego para haber logrado revolucionar el mundo en solo unos días? Y, sobre todo, ¿por qué la mayoría de los jugadores son millennials?
Cualquier millennial sabe contestar: Pokemon no es algo nuevo, es algo con lo que los niños de los 90 que tenían una Gameboy a mano se volvieron locos hace casi 20 años. Esos mismos niños ahora rondan los treinta y no necesitan que nadie les explique en qué consiste el universo Pokemon, por qué hay que cazarlos, cómo es cada monstruo. Ese universo que está en su cabeza desde los 90, cuando seguro que muchos soñaron con que fuese real, lo es (en cierto modo, claro).
Puede sorprender también que Nintendo haya conseguido este éxito confiando en que unos treintañeros sigan divirtiéndose con lo mismo con lo que se divertían cuando tenían diez años, pero la firma nipona sabe que es algo normal. Lo llaman la “hipótesis de la misma generación”, la teoría según la cual ciertas audiencias son fieles a sus juegos de infancia aunque hayan crecido y ya no tengan la edad a la que estaba destinado el juego. Esta generación dejó de jugar a Pokemon cuando sustituyó la Gameboy por el smartphone, donde no tenían el juego disponible. Ahora que los monstruos vuelven a estar a su alcance, ¿cómo no revivir esa etapa?
Explicar el éxito de Pokemon Go limitándose a hablar de millennials nostálgicos es dejar fuera muchos otros factores. El más importante, por supuesto, es que es una buena app. Pese a haber tenido algunos problemas al principio (demasiada gente jugando a la vez), la aplicación funciona bien y es una idea sencilla: llevar a los monstruitos al mundo real gracias a la realidad aumentada y hacer lo que ya se hacía en el videojuego original, cazarlos. Además, es poco intrusiva: se pueden hacer compras en la app, pero se puede jugar bien también sin tener que gastar dinero.
Hay también razones científicas que explican el enganche: al obligar a los usuarios a salir de casa y caminar, Pokemon Go hace que liberen endorfinas, la hormona que hace que nos sintamos bien al hacer ejercicio. Además, ir cazando monstruos es ir completando pequeñas tareas, algo por lo que el juego nos felicita y recompensa, haciendo también que estemos más contentos.
Después está uno de los sentimientos más unidos a la generación ultraconectada, el miedo a perderse algo o FOMO (Fear of Missing Out). ¿Ser el único de tus amigos que no juega? ¿No entender las conversaciones sobre Pokémons? ¿Quedarte en casa cuando sabes que toda tu generación está suelta por le mundo cazando monstruos? ¡Nunca!
Ahora queda ya solo esperar a que el juego siga su curso, se vaya lanzando en más países (España incluido) y vayan pasando las semanas y los meses. ¿Será su éxito duradero o los usuarios se acabarán cansando?
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