En la parte posterior de tu cabeza está situado el lóbulo occipital.
Es el encargado de procesar la información visual que captan los ojos y transformarla en imágenes reconocibles y que tengan sentido para nuestra mente. Básicamente la retina detecta la información luminica proporcionada por los objetos que hay ante nosotros y la transforman primero en señales químicas y posteriormente en impulsos eléctricos que viajan por el sistema nervioso hasta el cerebro.
Allí el lóbulo occipital compara la señal con el registro de información aprendida y almacenada en las neuronas y decide “estás viendo a un pibón del quince” y ya luego otras partes activan el mecanismo de babeo y el que encoge el abdómen y saca pecho.
Pero cuando el cerebro recibe una alteración en forma de movimiento brusco y violento de cierta intensidad su funcionamiento resulta alterado creando respuestas anormales, como es la generación de información visual errónea. Son los puntos luminosos a los que llamamos “estrellitas”.
Fruto de este comportamiento son también otros efectos que quizás hayas experimentado en alguna ocasión tras un golpe. Después del impacto tu cuerpo sigue funcionando, tus ojos siguen recibiendo información, pero tu cerebro hace una pequeña “pausa” para recomponer la situación. Puede suceder que experimentes la sensación de vértigo o mareo porque hay una diferencia entre la señal visual (estoy tumbado en el suelo y desde aquí veo el techo) y la última información que procesó el cerebro (estoy sobre una silla que cojea tratando de cambiar la bombilla).
El cerebro no ha tenido tiempo de procesar un cambio repentino en la posición que ocupabas y mientras lo hace tu experimentas ese desajuste que podíamos asimilar a una película en la que la imagen se ralentiza o se vuelve borrosa.
Esto depende de la velocidad del impacto. El cerebro está protegido por una capa de una sustancia llamado fluído cerebroespinal que amortigua los impactos contra el interior del cráneo. Si el impacto es muy rápido y supera la capacidad de amortiguación de dicho fluído tu lóbulo occipital chocará físicamente contra el interior del cráneo provocando una irritación que se traduce en… ¡voilà! estrellitas.
Hay otra forma de ver estrellitas: frotándote los ojos. No lo hagas con mucha fuerza, queremos que veas estrellas pero también que después no tengas que afiliarte a la ONCE. Esto sucede porque la retina sólo sabe cumplir una misión: recibir luz. Cuando la presionas con los ojos cerrados recibe un estímulo y la “engañas” porque interpretará dicho estímulo como presencia de luz y enviará esa información al cerebro que lo procesará como si fuesen pequeños destellos de luz.
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