En Spotify no ganan para disgustos. Tras un par de semanas en las que llegaron a los titulares de todos los medios por la guerra contra ellos iniciada por Taylor Swift, que retiró todo sus discos del servicio al sentir que el modelo de streaming no ofrecía los suficientes beneficios a los artistas, Google recibió rematarlo. Esta semana anunció YouTube Music Key o, lo que es lo mismo, su plan para convertirse en el nuevo Spotify.
No es ninguna sorpresa. Hace ya varios meses que se rumoreaba que YouTube podría empezar a aprovecharse del hecho de ser ya el servicio de música en streaming (aunque con vídeo) más popular del mundo. Aunque muchísimos usuarios escuchan música a través de YouTube, la experiencia nunca fue la mejor: era difícil reproducir álbumes enteros si no hacías tú mismo una lista de reproducción y la experiencia móvil no te dejaba utilizar otras apps a la vez. Ahora todo eso va a cambiar.
YouTube Music Key se dividirá principalmente en dos opciones. Por un lado, en la web será mucho más fácil escuchar música o ver videoclips: han añadido una pestaña especial solo para vídeos musicales, en la que puedes escuchar un mix a raíz de una canción (las clásicas radios personalizadas de otros servicios como Rdio), ver las playlist de música que más éxito tienen o recibir recomendaciones. Esta parte será gratuita y, como hasta ahora, con anuncios.
Pero es el otro lado, el de pago, el que debería estar haciendo temblar a Daniel Ek, cofundador y CEO de Spotify. De momento en versión beta y solo para un número limitado de usuarios, YouTube permitirá por 7,99 euros (dos menos que Spotify) escuchar música ilimitada sin anuncios, en segundo plano en el móvil, y con la posibilidad de descargarla para escucharla offline. Y el detalle decisivo: esa suscripción te da también acceso a todo el catálogo de Google Play Music, el primer intento de Google de ir a por Spotify. Hasta ahora no había tenido mucho éxito, pero la unión con YouTube, además de tener sentido, promete cambiar las cosas.
El respaldo definitivo al streaming
La llegada de YouTube al mundo de la música en streaming, con acuerdos con las tres grandes discográficas y algún sello independiente, es además de una declaración de guerra a Spotify, una forma de dejar claro que el modelo de suscripciones ha llegado para quedarse. En estas últimas semanas los problemas del servicio sueco con Taylor Swift habían vuelto a despertar el eterno debate: si a los músicos les compensaba estar en plataformas de ese tipo. La respuesta quizá sea que no, pero ni a las discográficas, ni a Google y otros les importa.
El negocio de la música en streaming es uno muy buscado desde hace ya unos años. Aunque de momento quien gana es Spotify -por haber sido de alguna forma el primero en encontrar el modelo -, la llegada de los grandes apunta dos cosas: una, que es un negocio que puede aportar muchos beneficios (muchos más que los que aporta Youtube actualmente, cuyos beneficios son ridículos teniendo en cuenta el número de usuarios activos); y dos, que aunque no les guste a los artistas, es el presente y el futuro de la industria.
Y es que además de este segundo intento de Google, Apple estaría preparando también su segundo ataque. iTunes Radio fue su primer intento de ofrecer música en streaming, pero con miedo: convertir todo iTunes en streaming podría cargarse su negocio de venta de canciones. El rumor ahora es que lo que habrá es Beats Music, otro servicio similar a Spotify. Así, ni perderían el tren del streaming, ni cerrarían una importante fuente de ingresos.
En Spotify, mientras, esta semana Daniel Ek publicaba un post en el blog corporativo en el que intentaba defenderse de los ataques de Swift y lanzaba algunas pullas pasivo-agresivas claramente dirigidas a Google y a Apple. Tras decir que empezaron Spotify porque “amamos la música y la piratería la estaba matando”, Ek indicaba que su único negocio era “maximizar el valor de la música”. “No usamos la música para impulsar las ventas de nuestro hardware o software. Usamos la música para hacer que la gente pague por ella”.
La batalla contra la piratería parece ya bastante ganada. ¿Quién ganará la del streaming?
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