Según el New York Times, el árbol “de mentira” está hecho principalmente de plástico y metal, que tienen un alto coste de extracción. Para colmo, muchos de estos no-árboles vienen de China, lo que significa que tienen que viajar miles de kilómetros hasta llegar a su destino. De modo que parte de lo que te cuesta al comprarlo paga el contaminante combustible que se haya usado. Además, según el material del que estén hechos, no es tan sencillo reciclarlos.
En cuanto al árbol real, es totalmente natural y biodegradable (que te lo digan a ti, que te pasas cada navidad recogiendo las hojitas que caen). No pueden venir de muy lejos porque se secarían.
De modo que puedes comprar el árbol natural sin un gran peso de conciencia. De cualquiera de las maneras, vas a fastidiar el planeta. Con el árbol real, lo fastidiarás menos, se verá mejor y tu casa olerá a naturaleza.
Eso siempre que no te importe matar un árbol para satisfacer tu deseo navideño, y siempre que el New York Times no haya invertido en una empresa deforestadora. Pero seamos justos, ¿acaso no viene toda esa madera que tienes en casa de árboles, también? Vosotros, ¿sois de árbol navideño, o pasáis del tema? — Javier G. Pereda [NY Times]
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