No sé si algún día este concepto de rascacielos ecológico se llevará a la práctica, pero parece tan razonable que merecería la pena intentarlo. Se trata de una construcción que albergaría entre 200 y 400 árboles y se situaría en zonas de alta polución: una especie de filtro gigante que convertiría el esmog en oxígeno limpio. Las enormes turbinas que ves bajo los árboles reducirían el consumo energético del edificio (vía energía eólica), que sólo necesitaría algo de electricidad externa para el ascensor que utilizaría la gente de mantenimiento. La única pega que se me ocurre es el posible daño que las raíces de los árboles podrían causar a la estructura del edificio. Parece, por lo demás, una buena idea. — Rafa M. Claudín [Core77]
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