Aunque cafetero tardío, soy de los de antigua usanza, molinillo viejo, saco de un kilo de granos de café colombiano (hecho en Zamora) y ritual mañanero repetido varias veces a lo largo del día. Quizá por eso me ha encantado esta impresora de café, lamentablemente sólo un concepto hasta ahora. Por eso y porque los cartuchos de tinta te cuestan más que un dolor de muelas. La idea es sencilla: recoges tus granos de café usados y lo metes en un cartuchito que hará las veces de tinta. Lo malo es que tienes que mover el cartucho a mano de un lado a otro, así que te pones mazas si imprimes una novela. Por cierto que si lo tuyo con los tés, también valen sus hierbecitas. Puede que incluso valgan otras hierbas verdes, pero sería demasiado caro y demasiado arriesgado. En fin, no sé si la idea es buena, pero sí muy curiosa. — Rafa M. Claudín [Dvice]
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