Samsung y la corrupción en Corea del Sur: ¿cuál es la relación?

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La presidenta surcoreana acaba de ser destituida y el vicepresidente de Samsung está en la cárcel. Entre ellos, sobornos, caballos y una secta.

Quién iba a decir a Samsung que algún día añoraría el tiempo en el que su mayor problema era un smartphone que explotaba. Ahora el terremoto es mucho más profundo y sus consecuencias podrían cambiarlo todo: está en juego el modelo de negocio de la firma surcoreana, basado en parte en la permisividad con la que siempre han sido tratados por las autoridades del país, con las que siempre han mantenido una estrecha relación. Lee Kun-hee, presidente del conglomerado, recibió dos perdones presidenciales por corrupción. Ahora es su hijo, Lee Jae-yong, el que está en la cárcel. ¿Cambiarán las cosas?

Para comprenderlo todo es necesario tener claro el concepto de chaebol, la palabra con la que se denomina en Corea del Sur a los grandes conglomerados empresariales que operan en distintas industrias. Su significado literal es «negocio de familia» porque, efectivamente, estos grandes grupos suelen estar controlados por una familia. En el caso de Samsung, es la familia Lee: Lee Byung-chul fundó la firma en 1938; su hijo Lee Kun-hee es presidente desde 1987 (cuando murió el fundador); el nieto del primero e hijo del segundo, Lee Jae-yong, es vicepresidente y líder de facto desde que su padre sufrió un infarto en 2014.

Pero ¿por qué está el menor de los Lee en la cárcel y cuál es la relación con la destitución esta misma semana de la ya expresidenta surcoreana Park Geun-hye? Al pequeño del clan se le acusa de ofrecer sobornos a Park; a esta, de aceptarlos. Entre ellos aparece como mediadora y cabecilla de toda la trama Choi Soon-sil, amiga íntima de la expresidenta, de la que se dice que tenía una gran influencia sobre todas sus decisiones (y cuyo padre, en un detalle extra perfecto para cuando se haga la película, era el líder de una secta). El dinero que entregaba Lee junior (unos 38 millones de dólares en total) iba a empresas controladas por Choi; curiosamente, una gran cantidad iba destinada a la compra de caballos para Chung Yoo-ra, hija de Choi.

Por supuesto, uno no entrega millones de su chaebol para regalarle caballos a la hija de la confidente de la presidenta si no espera nada a cambio. Para esto hay que remontarse a 2015, momento en el que se produjo la fusión entre dos de las empresas subsidiarias de Samsung Group, Chiel Industries y Samsung C&T. La operación tenía en contra a muchos de los inversores, pero salió adelante, supuestamente, gracias al apoyo de la expresidenta Park. Y, gracias a la fusión, Lee junior se garantizó seguir manteniendo el poder sobre la compañía.

Las posibles consecuencias

Hace no mucho, un escándalo de este calibre no habría alcanzado esta magnitud. Con los chaebol siempre se hizo un poco la vista gorda y, cuando mirar hacia otro lado era imposible, se aceptaron las disculpas y se les dio otra oportunidad. Como ya comentamos, Lee Kun-hee, presidente de Samsung y padre de Lee Jae-yong, fue perdonado en dos ocasiones distintas por la presidencia del país. Los cargos eran evasión fiscal y cohecho.

Pero ahora las cosas podrían estar cambiando en Corea del Sur. El hecho de que Park haya sido destituida por este tema hace que muchos surcoreanos —que esta semana se manifestaron en Seúl pidiendo precisamente esa recusación— tengan cierta esperanza. No obstante, son también muchos los que manifiestan su escepticismo. En The New York Times citan un dicho coreano que dice algo como «Culpable sin dinero y no culpable con dinero». Otra cosa no tendrá Lee Jae-yong, pero dinero no es algo que le falte.

El proceso judicial se puso en marcha esta semana y promete ser largo. Su importancia es mayúscula, no solo por el perfil público y el poder de los implicados, sino también porque su resultado podría sentar precedente y cambiar cómo funcionan las cosas en el país. También podría acabar en perdón presidencial —lo que no sabemos es quién será el presidente que lo otorgue— y hacer que nada cambie.

Al fin y al cabo, meterse con Samsung Group en Corea del Sur no es ninguna tontería: si el Gobierno ha sido siempre tan permisivo es porque el poder económico de los chaebol es muy grande. El grupo Samsung supone alrededor de una quinta parte del PIB del país. Hay que pensárselo dos veces antes de ir a por ellos.

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