Toshiba necesita dinero desesperadamente, y lo necesita cuanto antes si no quiere estar en problemas aún más graves, ya que su situación es crítica desde que se desveló su escándalo contable. La compañía japonesa está inmersa en una gran reestructuración y varias operaciones de financiación, siendo esencial además la venta de varias divisiones para sobrevivir, como ha hecho con la venta de su división médica a Canon.
Movida por esta urgencia de obtener dinero antes de cerrar su ejercicio en marzo de este año, Toshiba se ha arriesgado en la forma de estructurar la venta de su división por 665.500 millones de yenes, unos 6.500 millones de dólares, adelantando la operación antes incluso de que obtuvieran la aprobación y el visto bueno por parte de las autoridades antimonopolio japonesas.
Esta metodología, que aunque no es ilegal sí que resulta algo arriesgado, ya que podría haberse negado la aprobación de la operación, finalmente parece haberle salido bien a Toshiba y Canon, obteniendo ya el visto bueno de la Fair Trade Commission (FTC), aunque con una advertencia por parte de Takeshi Shinagawa, de la FTC, en el que apunta que Canon ha llevado a cabo la operación sin consultarles creyendo que eso aseguraría la aprobación, algo que si se vuelve a repetir en el futuro por parte de otra empresa podría supone el bloqueo de la misma.
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