El secreto está en usar los llamados sensores funcionales de ADN, pequeños segmentos de ADN que se unen a moléculas específicas, generando partículas magnéticas, que luego se eliminan con un imán, y que sueltan invertasa.
Según la cantidad de la misma liberada se aumenta el nivel de glucosa proporcionalmente, utilizando luego el glucómetro para saber la cantidad de la sustancia a medir.
Con este método ya han conseguido medir cocaína, interferón, adenosina y uranio, aunque teóricamente cualquier sustancia para la que exista un sensor funcional de ADN sería detectable.
Una genial noticia que permite darle mayor utilidad a los recursos de los que disponemos y con el que podremos descubrir grandes incógnitas de la humanidad, como por ejemplo saber si Pocholo sigue teniendo sangre o prácticamente ya es como un recipiente de polvos de talco. [EurekaAlert]
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