Lo primero en lo que piensa cualquier persona a la que se le habla de la industria tecnológica y la filantropía es en Bill Gates. El cofundador de Microsoft no solo es la cara más visible del Silicon Valley benéfico, sino que posiblemente sea el filántropo que más dinero ha donado a causas humanitarias de la historia. A través de su Bill & Melinda Gates Foundation, la fundación que creó con su mujer hace ya 15 años, se estima que podría haber donado alrededor de 28.000 millones de dólares.
Cuando no se piensa en Bill Gates se piensa en el ejemplo contrario, el de Steve Jobs. A pesar de que al final sí parece que el cofundador de Apple tenía su corazoncito filántropo y sí donó parte de su fortuna a diversas causas (según Tim Cook, 50 millones a hospitales de Stanford; según Bono, hizo contribuciones “inestimables” a la lucha contra el SIDA), lo cierto es que Jobs ha pasado a la historia por todo lo contrario -quizá por no publicitarlo. De hecho, uno de los primeros cambios en Apple que llamaron la atención cuando empezó la era Cook fue el de empezar a donar dinero a diversas causas benéficas.
Después está Mark Zuckerberg, que parece decidido a seguir los pasos de Bill Gates. Hace tan solo un par de semanas supimos que él y su mujer Priscilla Chan habían hecho una donación de 75 millones de dólares a un hospital de San Francisco -hospital que pasará a llevar su nombre; pero no es para nada su primera acción benéfica. Hace solo unos meses donaron 25 millones para luchar contra el ébola, en mayo del año pasado deirron 120 millones para las escuelas del área de San Francisco y en 20153 el CEO de Facebook donó 1.000 millones de lo que vendió en acciones de la red social a la Silicon Valley Foundation.
En temas filantrópicos, parece que la cosa va de matrimonios. Además de Bill y Melinda o Mark y Priscilla, otras parejas del mundo tecnológico también destacan por sus acciones benéficas. Marc Andreessen, por ejemplo, está casado con una de las personas que más hace por lograr que las grandes fortunas de Silicon Valley destinen algo a fundaciones y ONGs, Laura Arrillaga-Andreessen; mientras que los Benioff (Marc Benioff, de Salesforce; y su mujer Lynne Krilich), se han volcado en la financiación y casi construcción de hospitales pediátricos en San Francisco.
No todo el mundo es tan bueno, por supuesto. En la línea de Steve Jobs, con poco miedo a decir lo que piensa de la filantropía, está el CEO de Google, Larry Page. Hace menos de un año aseguró que preferiría darle sus miles de millones a Elon Musk, antes que donarlos a algún fin benéfico. Teniendo en cuenta que Musk sí podría reinvertirlos en la X-Prize Foundation, adonde dona para ofrecer becas en investigación tecnológica, espacial o salud infantil, quizá no esté tan mal. La otra mitad de Google, eso sí, es de los que siguen el camino tradicional: Sergey Brin tiene una fundación con su ex-mujer, la Brin Wojcicki Foundation, volcada en temas educativos.
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