El revolucionario Walkman comenzaba a causar furor cuando las acciones de Sony tuvieron un valor tan bajo como el actual.
El culpable es una especie de pinza entre Apple y los insaciables fabricantes surcoreanos, que han aprendido la lección de ofrecer buenos productos con diseño agradable y a precios competitivos. Son la causa de 8 años ininterrumpidos de pérdidas en el gigante nipón, de hecho la división de televisores de Sony lleva 8 años sin ganar dinero y el único departamento del zaibatsu que tiene una marcha económica defendible es el banco de inversiones que forma parte del conglomerado.
Lo cierto es que con todo el mayor problema de Sony no es estrictamente la cantidad de dinero que pierde (más de 4.000 millones de euros el año pasado) sino la falta de ideas de una marca que hace un par de décadas marcaba la pauta del ocio doméstico.
Hoy va a remolque en los segmentos punteros (smartphones, tablets, cámaras, portátiles…) e incluso en los que un día dominó (reproducción portátil musical) su presencia es meramente testimonial. Y ofrece habitualmente productos de calidad, ese no parece ser el problema, pero si antaño parecía ir siempre por delante hoy parece ir siempre por detrás.
Al igual que Microsoft pudo perder en su momento el paso por no saber ver las posibilidades de Internet, Sony tampoco parece haber sabido encauzar sus esfuerzos, quedando como ejemplo su ya rota alianza con Ericsson en el terreno de la telefonía móvil.
Si a perro flaco todo se le vuelven pulgas tampoco habría que soslayar la importancia para la caída en desgracia de Sony de un par de factores extrínsecos a la propia compañía. Uno de ellos era previsible, la fortaleza del yen, que dificulta las exportaciones. El otro imprevisible, el tsunami del año pasado que interrumpió la producción. Factores que se suman a los mencionados de falta de ideas y pérdida del paso al que avanza no tanto el desarrollo tecnológico como su adecuación a los interesas y demandas (quizá incluso meramente estéticas) del mercado, de los usuarios finales.
Sony no es la única empresa nipona en esta situación, otras como Panasonic o Sharp tampoco están en su mejor momento, pero quizá se note más en el caso de Sony por aquello de haber sido un gigante. Cuando se cae desde muy alto se hace mucho ruido.
El nuevo presidente de la compañía, Kazuo Hirai, bautizó la nueva estrategia a seguir como One Sony, centrada en ofrecer menos productos pero más compenetrados… algo similar quizá a lo que ofrece Apple: un móvil, un tablet, un par de portátiles, un par de MP3… y todos formando parte de un ecosistema unitario.
Cuentan en Sony también con una importante ventaja: un ingente catálogo de contenidos audiovisuales (música y cine). ─[The New York Times]
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