En concreto medirían nuestro sudor, ritmo cardíaco y cuan tensos están los músculos de nuestras manos. Todo ello para crear una experiencia aún más inmersiva en la que los juegos responden no sólo a nuestros actos en los mismos sino también a cómo estamos.
Sony plantea que esta información podría usarse por ejemplo para adaptar la música y ambiente acorde a como nos sentimos o también para ayudarnos a relajarnos. Nuestro personaje se adaptaría cambiando postura, expresión, voz a como estamos nosotros.
Pero no se queda ahí, también tendría un efecto más “activo” y la dificultad variaría según nuestro nivel de stress e incluso la precisión de nuestras armas. Podríamos tensar nuestros músculos para realizar acciones más fuertes o que el personaje se cansara antes o fuera más débil si estamos estresados.
Si las cosas siguen así ya veo a las consolas del futuro haciéndonos análisis de sangre, recogiendo muestras de orina y poniéndonos en un diván con preguntas sobre nuestra infancia cada vez que queramos echar una partida. [Siliconera]
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