La economía colaborativa es una corriente que está transformando el clásico esquema de productor y consumidor y planteando innovaciones en muchos sectores. No es una idea nueva, pero la crisis parece haber conseguido el marco económico y social idóneo para que las plataformas de este tipo proliferen.
“La crisis ha ayudado, pero la economía colaborativa es más antigua. Hay una nueva generación de personas que piensan más en el medio ambiente en gastar menos. Los altos precios han hecho que nos echemos para atrás en eso de comprarlo todo nuevo”, explica Juan Salcedo, CEO de Aprendum, una web para publicar cursos de formación.
Salcedo ha participado en una mesa redonda sobre sharing economy en el Salón Miempresa junto a Jaume Suñol, country manager en España de la plataforma para alquilar tu coche a particulares Drivy, y Dhiren Chatlani, CEO de Relendo. Esta última permite alquilar aquello que no se necesita o utiliza por días, desde una cámara de fotos, pasando por una taladradora hasta una bici de montaña.
Para Chatlani está dándose esta corriente tampoco es nueva, puesto que “en los países nórdicos ya se hacía antes de que hubiera problemas económicos. Es una cuestión cultural”. El CEO de Relendo explica cómo los habitantes de estos territorios eran más conscientes “que mantener cualquier cosa cuesta dinero y pensaban en cómo amortizarla”.
La economía colaborativa está empoderando a los consumidores como nuevos productores o vendedores, mientras las empresas tradicionales de productos o servicios ven cómo sus negocios pierden clientes a causa de estas nuevas plataformas. “Nos aprovechamos de que los costes marginales están bajando. Las empresas se adaptan o mueren. La sharing economy puede hacer mella a cualquier negocio. Hay monstruos de ochenta o noventa años que están cayendo. No se dan cuenta de que viene un nuevo movimiento”, asevera el consejero delegado de Aprendum.
En este sentido, se ha mencionado como muchos gigantes con grandes estructuras deciden invertir o directamente adquirir startups de consumo colaborativo para abrirse camino en esta nueva manera de hacer las cosas. “Esto también se da a través de partnerships. Lo hacen para poder aprender”, explica Salcedo. El responsable de Drivy en España, Jaume Suñól, también cree que “invierten para usar todos esos canales y poder dar los pasos que está dando el mercado”.
Cuando una de estas empresas emergentes es adquirida por un grande, hay varios riesgos. El CEO de Relendo cree que “al escalar se puede perder calidad y originalidad”. Además recuerda que “cuando te compran se pierde comunidad y las startups se basan en la comunidad”.
Otro de los problemas que puede generar el crecimiento es descuidar la atención al consumidor. Para Chatlani “la atención al cliente es muy importante. Todo es cuestión de confianza y está demostrado que cuanto mayor cara a cara hay un número de incidencias más bajo”. Desde Drivy comparten esa opinión. “Sin ese marco de confianza nadie dejaría el coche a otra persona que no conoce”, señala Suñol.
¿Qué ocurrirá con la economía colaborativa en unos años? ¿Cuáles son sus límites? ¿Empieza a haber demasiados players que se aprovechan de esta tendencia? “En algunos campos hay saturación, pero hay muchos nichos que aún tienen muchas oportunidades”, afirma el CEO de Aprendum.
Salcedo cree que se ha entrado en esta tendencia a nivel de base, pero “la normalidad será currar de freelance para seis o siete empresas que te contratan para cosas muy concretas. Cada vez se trabajará menos para una compañía durante muchos años”.
El CEO de la plataforma de cursos plantea un horizonte inquietante que ya se está comenzando a apreciar. Cuando una startup del mundo P2P crece mucho, como está pasando con Uber, se corre el riesgo de que esta acabe monopolizando casi todo el mercado porque el resto no tengan tanta financiación y no aguanten el tirón. De esta forma volvería a replicarse el modelo clásico. “Puedes crecer y ser tan grande que te conviertas en un lobo con piel de cordero. Que te quedes tú solo en un negocio porque los demás no dispongan de fondos. Debería haber un marco regulatorio precisamente para afrontar cosas como estas”, sugiere.
La legislación puede matar estos servicios o bien darles el sitio que se merecen. En este sentido se ha hablado de qué ocurre con los particulares que comienzan a ingresar una cantidad notable gracias a estas plataformas. Este debate ya se está teniendo en países como Francia o Reino Unido en los que se fijan cifras límite hasta a partir de las cuales se pasarían a considerar como tributaciones de autónomos. “La economía colaborativa ya está inmersa en nuestras vidas, pero la regulación en España es reactiva, no proactiva”, se lamenta Suñol.
Para el portavoz de Drivy el futuro de la sharing economy pasa por servicios ‘on demand’ cada vez más sencillos: “Se facilitará al máximo la experiencia de usuario a través de la movilidad, independientemente de quién haya detrás, sea una firma de consumo colaborativo o un actor tradicional que esté innovando”.
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