Es un secreto a voces, aquí y en Europa. España no es el mejor mercado para obtener financiación inicial si eres una startup en fase semilla o si pretendes crear una. Una vez las cosas marchan y hay clientes, usuarios y cifras positivas, el capital fluye más fácilmente, pero nadie quiere arriesgar a perder dinero y jugársela por una empresa emergente en los comienzos. Es una de las hipótesis que se han puesto sobre la mesa en un panel de inversores en el evento StartupTheFusion, en el que han participado Michael Kleindl (Seaya), José Cabiedes, Jan Borgstät (BDMI), Jacob Bratting (Northcap) y Rodolfo Carpintier (D.A.D).
“En España el principal problema son los fondos para startups en fase de early stage”, ha señalado el español José Cabiedes, socio en Cabiedes & Partners SCR. Para Cabiedes, lo más importante a la hora de invertir en una startup es reparar en el equipo, el modelo de negocio, el gran mercado, la tecnología, la pasión, las posibilidades de darle salida. El inversor reconoce que “no invertimos en percepciones. Invertimos en hechos”. En este sentido, tiene claro que “los números no mienten”.
Muchas startups que se sitúan en fase semilla buscan a toda costa una gran ronda de financiación. Sin embargo, las firmas de capital riesgo deben esperar y no poner en manos de alguien que está aprendiendo a disparar y que apenas se acaba de sacar la licencia de armas un bazooka.
“No es bueno que una joven startup reciba demasiados fondos. Hace falta paciencia para dejar que demuestren lo que pueden llegar a ser y a hacer. Necesitamos emprendedores que construyan algo con sentido y no busquen una rápida salida”, insiste Michael Kleindl. “La mayoría de ellos quieren vender a la primera oportunidad. En ocasiones tanto inversores como socios ponen demasiado dinero pero carecen de paciencia”, añade.
Pese a todo, los inversores extranjeros reconocen la mejora de España en el ámbito emprendedor. “El cambio en el ecosistema de startups español en los últimos cinco años ha sido tremendo”, subraya Kleindl. No obstante, España se sitúa aún muy por debajo de los países nórdicos en cuanto a startups. Alemania o la propia Finlandia tienen mayor cultura de capital riesgo y han sabido dar salida a sus firmas emergentes mejor.
Y si en España el ecosistema emprendedor es un recién nacido, “comparadas con las de Silicon Valley, las startups europeas están en el jardín de infancia”. Los inversores del Viejo Continente han pedido paciencia, porque el ecosistema necesita crecer.
Rodolfo Carpintier ha dado algunas claves para construirlo. “Tener más casos y salidas y llevar a los emprendedores a la educación”, aconseja el fundador de DaD.
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