El recién reelegido primer ministro del Reino Unido, David Cameron, tiene muchos planes para las startups y la comunidad digital de su país. Unos planes que podrían resumirse en cuatro grandes líneas: startups, robótica, consumo colaborativo y tecnología financiera.
Las startups serán una de las prioridades para el nuevo gabinete de Cameron, fundamentalmente en el ámbito de la inteligencia cibernética. Los conservadores han prometido invertir más de 3.000 millones de libras en nueve años para el fomento de la innovación y el desarrollo de “la próxima etapa de la inteligencia nacional cibernética”. Esto incluye trabajar con “cientos de pequeñas empresas”, en palabras del canciller George Osborne.
La robótica es otro de los sectores que quieren promocionar los tories. Viendo que los robots y las tecnologías autónomas son áreas de crecimiento económico futuro para el país, se han anunciado 100 millones de libras para su desarrollo, ademas del establecimiento de áreas de pruebas para vehículos sin conductor. Otras áreas de alta tecnología claves para el nuevo gobierno son la nanotecnología y el Internet de las Cosas.
El primer ministro también mira con buenos ojos el consumo colaborativo. El otoño pasado puso en marcha una revisión de este campo con el objetivo de identificar y eliminar los obstáculos a su crecimiento.
La tecnología financiera y los pagos digitales son otra área de interés, según manifestó el político conservador Ed Vaizey a TechCrunch. “Queremos hacer los pagos electrónicos más rápidos y que sean lo más seguros posible. Queremos identificar el tipo de tecnologías que utilizan las monedas digitales para permitir que los sistemas finales operen de una manera descentralizada, sin intermediarios. Queremos ver cómo las nuevas tecnologías pueden beneficiar a los consumidores y la economía en general”.
Esta apuesta de Cameron y los suyos por las nuevas tecnologías topa, sin embargo, con la intención del Partido Conservador de dar más poder a las autoridades para vigilar las comunicaciones digitales. Los conservadores quieren obligar a las empresas a conservar los datos sobre conversaciones en línea, actividad en redes sociales, llamadas y mensajes de texto durante 12 meses. Esta obsesión por multiplicar la vigilancia podría tener un efecto negativo sobre algunas startups tecnológicas.
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