Semejante tallarín crudo, que proporciona escalada de sobra a los más experimentados y situado en el Klimcentrum Bkoeks, no es lo único impresionante con sus 37 metros de altura (es la más grande del mundo).
Más curioso resulta cómo el fotógrafo holandés Eric Kieboom se las apañó para hacer la foto. ¿Desde un helicóptero? ¿Quizá un edificio cercano más alto? Nada de eso. Encajó su Canon IXUS 850IS a una cometa y la hizo volar sobre la torre de escalada.
Un pase para un día son 14 dólares, no demasiado si te gusta este deporte… y si no te importa mirar desde 11 pisos de altura con la nada debajo. O peor que la nada: el suelo. Quizá alguno se acuerde de eso que decía Rincewind sobre las alturas. — Javier G. Pereda [Bjoeks]
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