Cuando se destapó el escándalo contable de Toshiba, que infló sus ingresos y beneficios para no desvelar sus problemas económicos, se generaron muchas dudas sobre las posibilidades que tendría la compañía nipona de poder dejarlos atrás y volver a salir a flote.
Para conseguirlo Toshiba ha tenido que despedir a mucha gente, hacer muchos recortes y vender importantes divisiones, estando entre las grandes dudas que pasaría con su división nuclear en EEUU, Westinghouse Electric.
En un principio parecía que Westinghouse Electric podría salir más o menos ilesa de toda esta situación, pero la realidad ha terminado golpeando a Toshiba y sus inversores, ya que tendrá que hacer frente a una importante pérdida de aproximadamente 500.000 millones de yenes, 4.300 millones de dólares relacionada con la rebaja de la valoración de la adquisición de CB&I Stone & Webster por parte de Westinghouse Electric.
El año pasado, Toshiba tuvo unas pérdidas de 460.000 millones de yenes, lo que demuestra la importancia de este revés para la compañía japonesa. Los mercados han respondido a esta situación con un duro castigo para Toshiba, que ha perdido un 12%, la mayor caída desde diciembre de 2015, tras haber conseguido recuperar un 77% durante este 2016 y que parecía mostrar la recuperación de la empresa.
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