Algún día conseguiremos sentarnos en sillas invisibles.
Pero de momento sólo podemos elucubrar cómo sería un mundo en el que los asientos no pudieran verse y ahí entra el amigo Sage con sus fotografías en las que momentos cotidianos ponen de relieve la importancia de el asiento precisamente porque es lo que falta en la composición.
Ahora es cuando empezamos a pensar que es interesante lo de tener una silla invisible y rogamos por que algún fabricante se proponga darnos una alegría. Una silla invisible nunca pasará de moda por su diseño, no obstaculizará las vistas, no habrá que limpiarla… al menos hasta que esté tan sucia que comience a ser visible. ─Antonio Rentero [Jens Sage]
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