Categories: Gestión empresarial

Uber certifica su cambio de rumbo con nuevas “normas culturales”

El proceso de reorganización interna que está viviendo Uber en los últimos meses ha pasado por distintas fases desde la denuncia de Susan Fowler, la exempleada de la empresa que, con sus acusaciones de acoso sexual, sacaba a la luz la cultura sexista de la compañía. Vinculado a esto han ido los descubrimientos de programas con los que espiar a autoridades o rivales, además de las demandas de Waymo por uso de información confidencial.

La renuncia del fundador de la compañía, Travis Kalanick, como CEO de la misma, marcaba uno de los puntos de inflexión en Uber, que con el fichaje de Dara Khosrowshashi como nuevo consejero delegado y los movimientos para restar la influencia de Kalanick parecía reforzar ese cambio de rumbo en el unicornio de San Francisco.

Khosrowshashi ha apuntalado este golpe de timón con las nuevas “normas culturales” de Uber, que ha compartido en su perfil en LinkedIn. El actual CEO explica que en la elaboración de estas ocho pautas han pedido la colaboración de los empleados. Más de 1.200 trabajadores de la compañía enviaron propuestas, además de realizarse reuniones entre representantes de la plantilla y directivos.

Entre las nuevas normas se encuentra la importancia de una mentalidad global y local, de mantener la audacia y la perseverancia, de centrarse en el cliente y de “actuar como propietarios”, fomentando la autonomía y la colaboración. También hay otras que parecen herederas directas de situaciones pasadas, como la celebración de la diferencia, la valoración de las ideas independientemente de de quién vengan, o la invocación a hacer lo correcto.

Pese a que Khosrowshashi pone en valor algunos elementos de la anterior cultura corporativa, incidiendo en que deben conservarse, también critica otros abiertamente, explicando que los valores de antes deben evolucionar para moverse “de una era de crecimiento a cualquier coste a otra de crecimiento responsable”.

Se refiere, por ejemplo, a la práctica denominada toe-tipping, que en castellano podría traducirse como “pisando pies”, creada para alentar a los empleados a compartir sus ideas independientemente de su antigüedad o posición en la empresa. Según el CEO, “con demasiada frecuencia se usaba como excusa para ser un imbécil”.

María Ramos

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