Un hombre lobo americano en Japón
A pesar de la globalización y la apertura de mercados, los videojuegos occidentales tienen todavía las puertas cerradas en el país del sol naciente.
Es asombroso mirar las listas de ventas semanales de videojuegos que se hacen públicas en Japón. No es raro que, en una semana de ventas «floja», los diez títulos más vendidos sumen el medio millón de unidades (frente a las 15.000 de media que se venden en España). Si resulta que en la semana en que nos fijamos se lanza un esperado juego de Square Enix o la nueva entrega de Super Mario, las cifras pueden llegar a multiplicarse hasta por 10.
Lo que ya no es tan normal es que un juego desarrollado en occidente se «cuele» en el Top 10 japonés. La lista suele estar copada por títulos creados por empresas niponas (Nintendo, Sega, Capcom, Namco-Bandai?) que no dejan hueco a lanzamientos que en los mercados europeo y norteamericano son éxitos de venta. ¿Somos tan diferentes en lo que a ocio interactivo se refiere?
Hace un par de semanas, por primera vez, un juego occidental, Gran Theft Auto: San Andreas, se colocó en el primer puesto de las listas en Japón, vendiendo en su primera semana más de 227.000 unidades. ¿Una señal de apertura? Más bien un ejemplo aislado. Esta semana, el juego se mantiene en el cuarto puesto.
Otro ejemplo claro de cómo lo occidental no vende en Japón son las exiguas ventas de Xbox 360 (algo más de 300.000 consolas en un país en que hay casi 15 millones de Nintendo DS o 20 millones de PS2).
Por el contrario, el mercado occidental está plagado de juegos japoneses. Pokémon, Brain Training, Pro Evolution Soccer? todas esas franquicias son «made in Japan» y sí que triunfan por estos lares. ¿Qué ocurre? Sencillamente, que los occidentales tenemos todavía mucho que aprender de Japón, un país donde existen empresas que se dedican a videojuegos con casi 120 años de existencia, como Nintendo.
Opinión cortesía de Álvaro Menéndez, director de www.freeki.es