El sistema modifica cualquier motor, desde un diesel a un motor jet, para utilizar entre un 20 y un 25 por ciento del combustible normal y el resto cualquier soda. Cuando intento llevar su invento al mercado, los funcionarios y unos ejecutivos intentaron sacarle provecho. Cuando se negó, lo acusaron de fraude de seguridad, lo declararon loco y lo metieron en la sala mental del Utah State Hospital. Pasó allí desde marzo de 2006 hasta el mes de mayo de este año. Ahora, intenta poner su idea en circulación. — Rafa M. Claudín [Gas2.0]
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