La bacteria en cuestión, bacillus pasteurii, no vacila en convertir la arena en sólidas estructuras de arenisca. Y lo hace a toda mecha, además. Nadie da por sentado que algo así se vaya a hacer, aunque el proyecto ha ganado un premio de agricultura sostenible. Claro que, como dice Nosowitz, la cosa tiene su miga.
Una cosa es ver el resultado de la bacteria en un entorno cerrado y controlado y otra soltarla en el Sáhara y luego ser capaces de que se detenga. Por otro lado, un cambio semejante modificaría completamente el ecosistema de la zona. No sé si eso es bueno o malo, en realidad, pero habría que preguntárselo. En cualquier caso, un proyecto titánico, sin duda. — Rafa M. Claudín [BLDG]
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