Lo cierto es que una pequeña cámara recoge e interpreta los flujos sanguíneos que se producen bajo nuestras uñas cuando tocamos algo. No sólo es capaz de percibir que, en efecto, hay contacto, sino la intesidad del mismo. Los usos que sugieren sus creadores son tan altruistas como museos de Historia, pero la tecnología parece perfectamente viable en dispositivos comerciales. [NewScientistTech]
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