Cuando dos jóvenes suecas encontraron la llave del “refugio” del profesorado de su instituto, no se lo pensaron mucho, fueron corriendo a una tienda de espías y plantaron el material en la sala al más puro estilo FBI.
Todo habría salido bien para nuestras espías si una de ellas no hubiera sido tan inútil de comentar en Facebook lo “cool” que era al conseguir chulear a sus profesores. Gracias a esto los profesores buscaron los dispositivos hasta encontrarlos y luego las denunciaron.
El resultado una multa de 2.000 coronas suecas y dos ideas que rondan mi mente: la primera es qué demonios habrá pensado el dependiente de la tienda de espías cuando dos adolescentes le compran material, y la segunda es por qué la gente difunde secretos por Facebook.— :Dani Burón [My Fox]
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