Muchos estudios han demostrado que el uso del correo electrónico se está quedando en un segundo plano en cuanto a su uso para comunicaciones cortas e instantáneas en sustitución de otras soluciones más efectivas, como las redes sociales, las plataformas de microblogging o las aplicaciones de mensajería instantánea como WhatsApp.
Si un correo personal se retrasa unos minutos quizás no pasa nada, pero ¿qué ocurre si se trata de un e-mail corporativo o de negocios que contiene información vital para el movimiento de millones de euros o dólares?
La respuesta a esta cuestión la daba un incidente técnico ocurrido la semana pasada en el servicio de correo electrónico de la Bolsa de Nueva York. El e-mail, dirigido a los inversores para alertarles de un gran número de órdenes de compra por cubrir, llegó a los destinatarios con un retraso de 7 minutos. La demora podría haber ocasionado una caída en su negociación final.
El incidente causó el enfado de muchos inversores de Wall Street. Estos han instado a la bolsa neoyorquina a que si las alertas fracasan de nuevo, se sirvan de las redes sociales para corregir los desequilibrios en las compras y ventas. Y parece que les han hecho caso, ya que la entidad ha comunicado que comenzará a servirse de Facebook y Twitter para encontrar compradores y vendedores para cerrar las negociaciones diarias.
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