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Wi-Fi vs 3G

Dos tecnologías inalámbricas

Una estudio llevado a cabo por la Fundación Auna compara dos tecnologías

que permitirán combinar los beneficios de los nuevos servicios

multimedia, con la flexibilidad y movilidad del wireless. Para que este

potencial se realice en forma plena son necesarias conexiones de acceso

de banda ancha. Si bien hay consenso en este último punto, existe aún

incertidumbre y desacuerdo acerca de cómo evolucionará el futuro

Internet móvil. Dos alternativas tecnológicas que marcan la evolución

hacia esta próxima generación de servicios de Internet móvil son la

tercera generación de móviles (3G) y el Wi-Fi.

La 3G es una

tecnología propia de proveedores de servicios móviles, y es la evolución

y extensión natural de su modelo de negocio. En general, todos los

servicios móviles son proporcionados por operadores que poseen y operan

sus propias redes y venden servicios móviles a los usuarios finales,

habitualmente sobre la base de una suscripción mensual. Para expandir el

rango y capacidad de los servicios de datos, es por lo que se han

desarrollado las tecnologías 3G. Estas pueden soportar tasas de entre

384Kbps y 2Mbps, aunque se espera que en la práctica las ofertas

comerciales estén en torno a los 100Kbps.

El Wi-Fi, por otra

parte, es el nombre popular del estándar Ethernet 802.11b para redes de

área local wireless (WLANs) que operan utilizando espectro sin licencia

en la banda de 2.4Ghz. La generación actual de WLANs soporta velocidades

para datos de hasta 11Mbps dentro de los 90 metros desde la estación

base. Típicamente se despliegan para ofrecer conectividad en los últimos

metros de las redes troncales corporativas, campus universitarios, etc.

El equipo de la estación base es en general propiedad de la comunidad de

usuarios finales y es operado por ésta como una parte más de la red

corporativa, educativa o gubernamental.

aspectos comunes de ambas tecnologías

Si bien ambas tecnologías, en principio, parecen satisfacer

requerimientos completamente diferentes de los usuarios, lo que importa

en última instancia es que en ambos casos se trata de tecnologías

inalámbricas de acceso a internet y a otros servicios de comunicación.

Al usuario final no le interesa qué tecnología se utiliza para soportar

su servicio, sino que el mismo se preste con un nivel de calidad

adecuado.

En primer lugar, una tecnología de acceso inalámbrico

evita la necesidad de instalar cables y facilita la movilidad. Esto

permite importantes ahorros en la instalación y configuración de la

distribución local de cables, y en muchos casos una mayor escalabilidad.

Esta ventaja es particularmente importante en el caso de la última milla

por su alto coste de instalación.

La movilidad incluye tanto la

capacidad de trasladar los dispositivos sin necesidad de mover cables

como la posibilidad de estar conectado continuamente a lo largo de zonas

amplias. La primera es una de las principales ventajas de las WLANs con

respecto a las redes locales tradicionales; mientras que el segundo tipo

de movilidad es una de las principales ventajas de las redes móviles,

como la 3G. Las WLANs sacrifican radio de cobertura a cambio de ancho de

banda mientras que la 3G ofrece un ancho de banda mucho menor, pero en

áreas mucho más amplias.

Segundo, ambas son tecnologías de

acceso. Esto significa que ofrecen alternativas a la última milla de

cable. Más allá de este tramo, las dos se apoyan en conexiones de red e

infraestructuras de transmisión similares. En el caso de la 3G el

vínculo inalámbrico es entre el dispositivo del usuario final y la

estación base (a unos pocos kilómetros); y de allí cables dedicados

interconectan las estaciones base a la red troncal del operador y de ahí

a la red Internet.

Para el Wi-Fi, el vínculo inalámbrico está a

unos cuantos cientos de metros desde el dispositivo del usuario final

hasta la estación base. La estación base se conecta entonces o bien

dentro de la red de área local cableada de la empresa, o bien a un

acceso de cable a una red troncal de un operador y, eventualmente, a

Internet.

Finalmente, tanto la 3G como el Wi-Fi soportan

servicios de datos de banda ancha aunque, como se ha apuntado, la tasa

de datos ofrecida por el Wi-Fi es sustancialmente mayor que la esperada

para los servicios 3G. Lo importante, sin embargo, es que ambas

tecnologías ofrecen un ancho de banda suficiente para soportar un rango

comparable de servicios, incluyendo voz en tiempo real, datos y vídeo

streaming. Además, la conectividad de ambas plataformas será always on,

una característica que varios analistas creen es aún más importante que

la capacidad de transmisión en sí.

Diferencias entre 3G y Wi-Fi

El modelo básico de negocio de la 3G es el de servicio de

telecomunicaciones, en el cual los proveedores de servicios son los

dueños y gestores de la infraestructura (incluido el espectro) y venden

servicios sobre esa infraestructura. El contrato del servicio con el

usuario final es en general análogo al del servicio telefónico común. Un

aspecto importante es que el escenario 3G incluye regulaciones de

telecomunicaciones, tales como reglas de interconexión y de common

carriage. El modelo de despliegue y provisión del servicio 3G es

jerárquico, integrado verticalmente, con operación y planificación

centralizadas.

Por el contrario el Wi-Fi proviene del sector de

las comunicaciones de datos, un subproducto de la industria informática.

Los servicios provistos por los equipos son gratis para los dueños de

los equipos. Para los clientes, el equipo representa un bien de capital

que se deprecia. En general, el servicio se provee gratuitamente a la

comunidad cerrada de usuarios (empleados de la empresa, estudiantes de

la Universidad, etc.), y la Universidad o empresa subsidia los costes de

proveer el acceso inalámbrico.

Para llevar las redes 2G

existentes a 3G se requerirán inversiones muy importantes en nuevas

infraestructuras, aunque menores cuando se trate de un operador 2G

existente. En el caso del Wi-Fi, se espera un aprovechamiento de la gran

base de WLANs existente. En este sentido, y a diferencia de la 3G, la

infraestructura Wi-Fi puede emerger en una forma descentralizada.

Aunque en ambos casos, el usuario final deberá adquirir dispositivos de

interfaz apropiados.

Una de las principales diferencias entre las

dos tecnologías tiene que ver con el uso del espectro, en el caso de la

3G es necesaria una licencia para su explotación, a la vez que es

totalmente gratuito para el Wi-Fi. Esta diferencia tiene importantes

implicaciones sobre el coste del servicio, su calidad, y las soluciones

a los problemas de congestión.

Las licencias 3G generan una

importante barrera de entrada que impide que estos servicios surjan de

forma descentralizada. En general, una misma firma compra la licencia,

invierte en infraestructura y opera la red. Licencias rígidas, por otra

parte, reducen la capacidad de innovar de los operadores y llevan a

soluciones ineficientes y caras.

La aparición de mercados

secundarios permitiría a los integradores distribuir el coste del

espectro, y facilitaría una inversión descentralizada. El espectro

regulado, por otra parte, permite gestionar la calidad de servicio y

proteger el espectro de posibles interferencias de otros proveedores. En

el caso del Wi-Fi, resulta aún imposible controlar la interferencia

potencial tanto de otros proveedores de Wi-Fi como de otras fuentes de

radio frecuencia que estén compartiendo el espectro. Esto representa un

problema, en especial para aquellos servicios sensibles a las demoras, y

dificulta la escalabilidad.

Estados de desarrollo de la tecnología

En primer lugar, poco progreso se ha visto hasta ahora en el despliegue

de los servicios 3G. Por el contrario, la gran base instalada de Wi-Fi

provee importantes economías de escala, alcance y aprendizaje, tanto

para la comunidad de usuarios como para los vendedores.

Otra

importante diferencia es que la 3G fue concebida como una mejora

tecnológica para redes de telefonía móvil y los servicios de voz

constituyen, por lo tanto, una característica intrínseca de la misma. El

Wi-Fi, si bien permite servicios de voz sobre protocolo IP, no garantiza

por ahora una calidad de servicio equivalente. Otra ventaja potencial de

la 3G es el mejor soporte que ésta ofrece para la realización de

comunicaciones seguras/privadas.

Respecto al grado de

estandarización de la 3G, existe un número relativamente limitado de

estándares internacionalmente sancionados, conocidos como WCDMA, aunque

existe cierta incertidumbre sobre cuáles serán los elegidos por los

proveedores.

En el caso del Wi-Fi, éste es uno de la familia de

los estándares 802.11x, que se encuentran evolucionando continuamente, y

que a su vez es una de las muchas tecnologías WLAN que se están

desarrollando. El hecho de que el protocolo IP sea común a todas las

WLANs, sin embargo, reduce el problema de incompatibilidades entre los

distintos niveles de redes de datos, si bien el problema podría ser

significativo en la interfaz aérea (a nivel de radio frecuencia). A

menos que se coordine, esto podría suponer importantes impedimentos al

momento de realizar economías de escala o externalidades de red, en un

despliegue local descentralizado de la infraestructura.

Finalmente, la 3G está más desarrollada como modelo de servicios y

negocio, al tratarse del perfeccionamiento de un servicio ya existente.

Las áreas que continúan poco desarrolladas son las relacionadas con los

mercados de provisión de aplicaciones/contenidos y de equipos, y con

relación a la demanda final.

Por el contrario, el Wi-Fi se

encuentra bien desarrollado con relación a sus mercados de provisión de

equipos, y la demanda de equipos Wi-Fi; aunque la comercialización del

servicio Wi-Fi como uno de acceso aún se encuentra en una etapa

embrionaria.

Competencia e integración

Una implicación del análisis anterior es que el Wi-Fi es mejor para la

competencia que la 3G, dadas sus bajas barreras de entrada, y frente a

la posibilidad de que los operadores de 3G reduzcan su número aún más

por los altos costes que deben enfrentar para poner en marcha el

servicio.

Sin embargo, puesto que el modelo Wi-Fi depende de la

infraestructura de cables para conectarse a la red troncal de internet,

es probable que los operadores aprovechen su control sobre los cables,

lo que podría afectar negativamente a los proveedores Wi-Fi, evitando la

competencia en el acceso. Más aún, puesto que la mayoría de los futuros

proveedores de servicios 3G se encuentran afiliados a los operadores de

las redes troncales, es de esperar que existan incentivos para

discriminar en contra de los proveedores Wi-Fi, puesto que constituyen

competencia directa a los servicios 3G.

Existe incluso la

posibilidad de que el Wi-Fi se integre en las redes 3G. De hecho, es el

escenario más probable puesto que existen fuertes razones para que estas

dos tecnologías puedan utilizarse conjuntamente.

El candidato

principal a adoptar esta estrategia es la empresa de móviles, puesto que

resulta más fácil incorporar el Wi-Fi en la estrategia 3G que lo

contrario, dada la asimetría mencionada en los costes de entrada y la

experiencia de los operadores de móviles para vender servicios

empaquetados.

Integrar ambas redes ofrece la oportunidad de

combinar cobertura ubicua con un buen soporte de telefonía, y con la

posibilidad de tener conectividad hot spot en áreas de gran demanda, o

en áreas en las que se puede tomar ventajas de la infraestructura Wi-Fi

existente.

Por otra parte, tal como se ha mencionado, una de las

diferencias clave entre ambas tecnologías es el uso del espectro, y la

creación de mercados secundarios favorecería tanto a una como otra. En

el caso de la 3G, por la posibilidad de gestionar más flexiblemente los

derechos de propiedad; para el Wi-Fi, porque permitiría el diseño de

mecanismos más adecuados para solucionar los problemas de congestión.

Por supuesto, para que se pudiera implantar este mecanismo en el espectro

desregulado, serían necesarios cambios adicionales de política, que

favorezcan un proceso de distribución de recursos basado en el mercado.

Conclusiones

De lo dicho anteriormente, se pueden extraer algunas conclusiones

preliminares:

1. Probablemente las dos tecnologías tengan éxito

en el mercado y es de esperar, por tanto, la coexistencia de diferentes

alternativas de acceso wireless.

2. Se espera que los proveedores

3G integren la tecnología Wi-Fi en sus redes comportándose, por tanto,

como tecnologías complementarias en los mercados más importantes.

3. Al mismo tiempo se espera que el Wi-Fi ofrezca cierta competencia a

la 3G, por los bajos costes de entrada asociados a la instalación de

redes Wi-Fi. La amenaza de esta competencia Wi-Fi es beneficiosa en las

perspectivas de futuro para la última milla, y fomentaría mayor adopción

de redes Wi-Fi por parte de operadores 3G, quienes la utilizarían como

una estrategia defensiva.

Fundación Auna

Redacción

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