Las tecnologías inalámbricas de comunicaciones llevan conviviendo con nosotros desde hace muchos años, nada menos que desde principios de los 90, aunque de manera un tanto caótica en tanto que cada fabricante desarrollaba sus propios modelos, incomprensibles para los demás. Esto hace que a finales de los 90 compañías como Lucent, Nokia o Symbol Technologies se reúnan para crear una asociación conocida como WECA (Wireless Ethernet Compatibility), que en 2003 pasó a llamarse Wi-Fi Alliance, cuyo objetivo era no sólo el fomento de la tecnología WiFi sino establecer estándares para que los equipos dotados de esta tecnología inalámbrica fueran compatibles entre sí.
De esta forma en abril de 2000 se establece la primera norma: WiFi 802.11b, que utilizaba la banda de los 2.4Ghz y que alcanzaba una velocidad de 11Mbps. Tras esta especificación llegó 802.11a, que generó algunos problemas entre Estados Unidos y Europa por la banda que se utilizaba. Mientras que en Estados Unidos la banda de los 5GHz estaba libre, en Europa estaba reservada a fines militares, situación que paralizó un tanto esta tecnología inalámbrica, sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría de los fabricantes de dispositivos, norteamericanos en su mayor parte, tardaron en reaccionar ante la imposibilidad de vender sus productos en el viejo continente. Tras muchos debates se aprobó una nueva especificación, 802.11g, que al igual que la “b” utilizaba la banda de los 2,4GHz pero multiplicaba la velocidad hasta los 54Mbps.
Llegado el momento en que tres especificaciones diferentes conviven en el mercado, se da el caso de que son incompatibles, por lo que el siguiente paso fue crear equipos capaces de trabajar con las tres, saltando “en caliente” de unas a otras, y lanzado soluciones que se etiquetaban como “multipunto”.
Por supuesto que cuando se da este caso la banda de los 5GHz, anteriormente reservada para usos militares, se habilitó para usos civiles, lo que fue un gran adelanto no sólo porque es ese momento ofrecía la mayor velocidad, sino porque no existían otras tecnología inalámbricas, como Bluetooth, Wireless USB o ZigBee que utilicen la misma frecuencia.
A fecha de hoy estamos inmersos en la especificación 802.11n, que trabaja a 2,4GHz a una velocidad de 108 Mbps, una velocidad que gracias a diferentes técnicas de aceleración, es capaz de alcanzar 802.11g.
Una de las curiosidades de la especificación 802.11n es que los productos han llegado al mercado antes de aprobarse el estándar, denominándose Draft-N, lo que hace referencia a que están sujetos al borrador y no al estándar definitivo.
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