El material es una fina pieza de un plástico llamado PVDF y que resulta biocompatible. Gracias al efecto piezoeléctrico consigue acumular energía al vibrar con el paso de una corriente de aire como la que produce la respiración humana.
Por ahora han conseguido crear un material con un espesor micrométrico, con el que han conseguido obtener un milivoltio con una simulación de respiración humana y hasta 6 voltios con un flujo de aire máximo.
Pero su objetivo es hacerlo aún más fino gracias al proceso de grabado de iones, de manera que podría incluso colocarse en la nariz sin problemas.
Ha sido desarrollado por investigadores de la universidad de Wisconsin-Madison y si finalmente consiguen su cometido se convertirá en un sistema perfecto para todo tipo de dispositivos que se coloquen cerca de la cara.
Eso sí, no tenemos ni idea de los niveles de energía que podrían alcanzarse colocados en otros orificios corporales después de haberse tomado un buen plato de fabes, pero todo apunta a que se alcanzaría algo cercano a la fusión fría y eso sin ni siquiera aprovechar el metano… [MedGadget]
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